** Investigadores del INAH encuentran fragmentos de olotes de alrededor de 3500-3000 a.C.
*** El hallazgo tienen una gran relevancia porque indica que ya había agricultura en el periodo Arcaico
http://www.inah.gob.mx/boletines/14-hallazgos/6938-descubren-indicios-de-agricultura-antigua-en-nuevo-leonEl primer hallazgo de agricultura incipiente para lo que hoy es el estado de Nuevo León, practicada por cazadores-recolectores, como son semillas, olotes y hojas de maíz que se calcula que datan de los años 3500 a 3000 antes de Cristo, fue registrado por investigadores del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) en dicha entidad.
“En Nuevo León no se había identificado ningún sitio arqueológico con este tipo de evidencias. Después de dos temporadas en el paraje El Morro, Municipio de Aramberri, recuperamos aproximadamente un millar de olotes y fragmentos de los mismos”, dijo la doctora Araceli Rivera Estrada, investigadora del Centro INAH en la entidad.
Araceli Rivera, quien los últimos años se ha dedicado a explorar los distintos abrigos rocosos de la sierra neoleonesa, destacó la relevancia de dicho hallazgo porque “prueba que los cazadores-recolectores nómadas de la región ya habían comenzado a ser agricultores desde el periodo Arcaico. Esto nos llevará a reevaluar las categorías para designar a los grupos indígenas del sur del estado”.
La investigadora explicó que los registros más antiguos de los tres principales cultivos domesticados en México (maíz, calabaza, frijol) proceden de cuevas excavadas en los años 50 y 60: Romero y Valenzuela, cerca de Ocampo (Tamaulipas); Coxcatlán y San Marcos, en el valle de Tehuacán (Puebla) y, posteriormente, Guilá Naquitz (Oaxaca), con antigüedades que van de los 7 mil a los 3 mil años antes de Cristo.
La especialista del INAH relató que la investigación se llevó a cabo en un pequeño abrigo rocoso localizado en la zona de El Morro, al sur de Nuevo León, que contiene abundante pintura rupestre, no sólo en el frontón del acceso, sino en varias enormes lozas que se ubican al exterior, representando figuras antropomorfas y zoomorfas, entre otras.
“En su interior, producto de excavaciones sistemáticas, hemos recuperado gran cantidad de semillas, hojas, tallos, frutos e incluso flores de diversas especies (incluidas frijol, chile, calabaza, sotol, nuez y piñón) y destacan sin duda numerosos olotes, granos y hojas de diversas especies de maíz”, agregó Araceli Rivera.
Los restos de productos alimenticios silvestres son evidencia de la cultura material, de patrones de subsistencia, fruto de la recolección pero también resultado del cultivo. La pintura realizada por los mismos grupos refleja aspectos tecnológicos pero también cuestiones de índole social e ideológica-simbólica.
En El Morro, los arqueólogos del INAH hallaron fragmentos de cestería y cordelería; algunos objetos líticos no registrados anteriormente y objetos rituales de uso desconocido.
Sobre las fechas de antigüedad de los hallazgos de maíz domesticado, Rivera comentó que “las muestras de carbón orgánico obtenidas en diferentes niveles estratigráficos del depósito de El Morro se encuentran en proceso en el Laboratorio de Fechamiento de la Subdirección de Estudios y Apoyo Académico del INAH”.
“En Nuevo León no se había identificado ningún sitio arqueológico con este tipo de evidencias. Después de dos temporadas en el paraje El Morro, Municipio de Aramberri, recuperamos aproximadamente un millar de olotes y fragmentos de los mismos”, dijo la doctora Araceli Rivera Estrada, investigadora del Centro INAH en la entidad.
Araceli Rivera, quien los últimos años se ha dedicado a explorar los distintos abrigos rocosos de la sierra neoleonesa, destacó la relevancia de dicho hallazgo porque “prueba que los cazadores-recolectores nómadas de la región ya habían comenzado a ser agricultores desde el periodo Arcaico. Esto nos llevará a reevaluar las categorías para designar a los grupos indígenas del sur del estado”.
La investigadora explicó que los registros más antiguos de los tres principales cultivos domesticados en México (maíz, calabaza, frijol) proceden de cuevas excavadas en los años 50 y 60: Romero y Valenzuela, cerca de Ocampo (Tamaulipas); Coxcatlán y San Marcos, en el valle de Tehuacán (Puebla) y, posteriormente, Guilá Naquitz (Oaxaca), con antigüedades que van de los 7 mil a los 3 mil años antes de Cristo.
La especialista del INAH relató que la investigación se llevó a cabo en un pequeño abrigo rocoso localizado en la zona de El Morro, al sur de Nuevo León, que contiene abundante pintura rupestre, no sólo en el frontón del acceso, sino en varias enormes lozas que se ubican al exterior, representando figuras antropomorfas y zoomorfas, entre otras.
“En su interior, producto de excavaciones sistemáticas, hemos recuperado gran cantidad de semillas, hojas, tallos, frutos e incluso flores de diversas especies (incluidas frijol, chile, calabaza, sotol, nuez y piñón) y destacan sin duda numerosos olotes, granos y hojas de diversas especies de maíz”, agregó Araceli Rivera.
Los restos de productos alimenticios silvestres son evidencia de la cultura material, de patrones de subsistencia, fruto de la recolección pero también resultado del cultivo. La pintura realizada por los mismos grupos refleja aspectos tecnológicos pero también cuestiones de índole social e ideológica-simbólica.
En El Morro, los arqueólogos del INAH hallaron fragmentos de cestería y cordelería; algunos objetos líticos no registrados anteriormente y objetos rituales de uso desconocido.
Sobre las fechas de antigüedad de los hallazgos de maíz domesticado, Rivera comentó que “las muestras de carbón orgánico obtenidas en diferentes niveles estratigráficos del depósito de El Morro se encuentran en proceso en el Laboratorio de Fechamiento de la Subdirección de Estudios y Apoyo Académico del INAH”.
Agregó que por asociación con la lítica recuperada en los depósitos más profundos, donde se localizaron dos puntas Abasolo, se ha obtenido una fecha para el período Arcaico Medio (3000-1500 a.C.).
Pintura rupestre
Araceli Rivera, quien durante años se ha dedicado a desentrañar los significados de pinturas rupestres y cómputos de petroglifos, destacó que en Nuevo León abundan dichas manifestaciones en diversos abrigos rocosos habitacionales y numerosas rocas con grabados, localizados en el municipio de General Terán, en la parte central del estado.
En dicha zona también ha encontrado evidencias de las “las primeras estructuras arquitectónicas de todo el noreste de México”, que son bases de casas o estructuras de piedra; terrazas y espacios públicos o ceremoniales, rodeados por numerosos fogones y áreas de roca quemada dispersas.
Además, concluyó la arqueóloga, se han encontrado grandes cantidades de materiales líticos y puntas de flecha de los periodos Paleoindio (8200 a.C) y Arcaico; además de fósiles de mamutes, mastodontes, caballos, camellos, llamas, bisontes, principalmente procedentes de yacimientos cuaternarios en los municipios de Zaragoza, Aramberri, Montemorelos, Galeana, Dr. Coss, China, General Terán, Ciénega de Flores, Santa Catarina, Escobedo y Pesquería.
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