¡¡¡Bienvenidos!!!!

El maíz es más que un patrimonio, es parte de la naturaleza física y espiritual de América, llevada al resto del mundo.

Para muchas culturas, es el ancestro mismo.

Por eso este blog queda dedicado a todo lo que pueda reunir, entender y compartir del maíz, ahora y en el pasado.


viernes, 28 de febrero de 2014

Otomíes exportan huitlacoche a Canadá y España

México.─ Endozi, una empresa familiar de origen otomí, ha logrado exportar a España y Canadá huitlacoche envasado, lo cual en el último año le ha generado ventas por casi dos millones de pesos.
Esta empresa nació en el municipio de Jiquipilco, en el Estado de México, en 1996, como productora de hongo seta para surtir el mercado local, pero fue a partir de 2010 que se acercaron a la Fundación México-Estados Unidos para la Ciencia (Fumec) para analizar la exportación del huitlacoche.
El representante general de la empresa, Jacinto Esteban, explicó que si bien en México el huitlacoche no goza de gran aceptación, debido a su aspecto, en el extranjero ha logrado colocarse exitosamente, ya que el total de las alrededor de 100 toneladas anuales de huitlacoche que la empresa produce se envasa y destina a la exportación a España y Canadá, aunque ya se evalúa la posibilidad de comercializarlo en Centroamérica y Asia.
Las esporas negras del huitlacoche contienen compuestos fenólicos considerados antioxidantes importantes, además de ser rico en proteínas, minerales, vitaminas y aceites esenciales, por lo cual es bien valorado en la gastronomía nacional y ha ganado adeptos en otros países.
Uno de los componentes del huitlacoche es la fibra dietaria soluble, que mantiene estables los niveles de glucosa en sangre. Además, del peso seco del huitlacoche, entre 50 y 65 por ciento es fibra, la cual es importante para la función intestinal y provoca sensación de saciedad en quien lo consume.
Para su desarrollo, Endotzi ha recibido asesoría técnica del Instituto Tecnológico de Tlalnepantla, en el Estado de México; de la Universidad Autónoma de Querétaro, del Centro de Investigación en Biotecnología Aplicada (del Instituto Politécnico Nacional), de la Secretaría de Agricultura, Ganadería, Desarrollo Rural, Pesca y Alimentación (Sagarpa) y de las empresas Hongos Biofactory, de España y la de origen polaco BAT FORUM.
2000 Agro (Con información de la Agencia ID)

domingo, 23 de febrero de 2014

¿Como se hacen los frijoles de olla?

Después de todo, los frijoles han sido durante milenios uno de los tres alimentos verdaderamente fundamentales de la cocina mexicana. (Los otros son el maíz y el chile.) Se pueden preparar de mil formas, pero casi los platos de frijoles mexicanos empiezan con una preparación sencilla conocida como de la olla en la cual los frijoles se cuecen lentamente con cebolla, ajo y abundante agua.
Siendo un alimento tan básico y sano en los hogares mexicanos, es natural que existan muchas formas de cocer los frijoles. Cada cocinera tiene su método y frecuentemente lo defiende casi hasta la muerte. Si tu abuelita te ha enseñado un método y te gusta, ¡utilízalo! Si no, te proporciono una receta "standard" como punto de partida para que tú empieces tu propia tradición.

Tiempo de preparación: 20 minutos

Tiempo de cocina: 2 horas

Total: 2 horas, 20 minutos

Cantidad: 6-8 porciones

Ingredientes:

  • 1/2 kilo de frijol seco (pinto, negro, bayo, canario u otra variedad)
  • 1/2 cebolla mediana
  • 2 dientes de ajo
  • 3 litros de agua
  • 1 ramita de epazote (si se tratan de frijoles negros)
  • 1 cucharada sopera de sal

Preparación:

  1. Limpia los frijoles extiéndolos sobre una superficie plana como una mesa y checándolos uno por uno, descartando las pequeñas basuritas y piedritas que encuentres. Colócalos en un colador y enjuágalos bajo el chorro de agua para quitar cualquier polvo que tengan.
  2. Escurre los frijoles y colócalos en una olla de tamaño mediano. Añade el agua.
  3. Pica finito tanto la cebolla como los ajos y agrégalos a la olla. Tápala y colócala sobre la estufa. Prende el calor a nivel medio alto. Al soltar el hervor, baja el fuego a temperatura media baja para mantener el líquido hirviendo suavemente y sin burbujas violentas.
  4. Deja que los frijoles se cuezan hasta que estén suaves. El tiempo dependerá de la variedad y la frescura de los frijoles -- entre más tiempo ha pasado desde su cosecha, más tiempo de cocción necesitarán. Digamos que en promedio tardarán entre 90 minutos y dos horas, pero podría ser menos tiempo o bastante más que eso. Asegúrate de que siempre tengan abundante agua; si llegara a hacer falta, agrega agua que ya esté hirviendo para no interrumpir la cocción.
  5. Los frijoles estarán cocidos cuando se pueda tomar uno y aplastarlo sin problema entre los dedos. (Ten cuidado al hacerlo para que no quemarte.) Si estás haciendo frijoles negros, es tradicional sazonarlos con una ramita de epazote. Agrégalo pocos minutos antes de apagar el fuego; el epazote proporciona sabor y aroma muy ricos pero no aguanta mucho tiempo al fuego. Ya bien cocidos los frijoles, agrega la sal.
  6. Come tus frijoles de olla en platos hondos (con tortillas de maíz o tostadas) para acompañar una carne sencilla como la milanesa o la carne asada, o utilízalos como base para elaborar otros platillos como son los frijoles refritos, la sopa de frijol, los frijoles rancheros y los frijoles charros.
  7. Guarda los frijoles sobrantes en un recipiente de cristal o de plástico dentro del refrigerador. Se pueden conservar durante una semana o más, pero fácilmente se agrian si no se mantienen perfectamente fríos -- por lo cual conviene sacarles cada dos días y calentarlos, dejándolos hervir unos cuantos minutos. (En clima muy caliente puede ser necesario hacer esto diariamente para evitar que los frijoles se descompongan.) Cada vez que los hiervas se pondrán más ricos, pues el caldo de los frijoles se irá espesando y tomando más sabor.
Fotografía propia. Receta tomada de:

Chile, su valor sabor e historia.

http://www.eluniversal.com.mx/menu/2014/variedad-de-chiles-en-mexico--83357.html

Dulce María Espinosa Fotos: Jorge Sánchez| El Universal

15:55Miércoles 05 de febrero de 2014


. (Foto: )
EN MÉXICO EXISTEN MÁS DE 130 VARIEDADES DE CHILES CON DIFERENTES TAMAÑOS, COLORES, SABORES Y FORMAS QUE SE PUEDEN CONSUMIR VERDES, MADUROS O SECOS 
Los chiles mexicanos son parte inseparable de la historia gastronómica de los mexicanos, se trata de esas especies con valor incalculable sobre todo por la singular maestría con que se utiliza en nuestra cocina.
Sabemos que no todos los chiles tienen el mismo sabor, que no todos pican igual, que unos son más adecuados que otros para determinados platillos y todo ello gracias a esa milenaria y cotidiana interacción que se desarrolló, por lo menos, desde el 3,500 a.C, permitiendo el desarrollo de instrumentos básicos para su recolección, traslado, procesamiento y prácticas diferenciadas. La más notable de estas destrezas es la comida, que conformó un repertorio alrededor de su aprovechamiento.
Algunos guisos tradicionales que conservan este radical ingrediente ayudan a identificar platillos que lo contienen como los chilaquiles, enchiladas, chilorio, chilate, chilmole,
chilpachole, chilpozontle, chilposo, chiltextle, chileajo y chiltomate.
TODOS A LA MESA
Enrique Vela afirma que prácticamente no hay comida mexicana sin chile (tzilli o chilli en náhuatl), “el maíz, el frijol, el tomate y la calabaza –los otros cuatro grandes de la gastronomía nacional– no necesariamente forman parte de cada platillo, el chile sí”.
El especialista quien publicó sus investigaciones en la revista Arqueología Mexicana,
argumenta que gracias a su función de condimento, el chile es un complemento necesario y hasta insustituible para el curtido paladar nacional.
Sin embargo, en el siglo XIX no se le consideraba digno del consumo de “la gente bien” como afirma Janet Long en su texto El capsicum a través de la historia mexicana. En su mismo texto, la historiadora describe que en este siglo se  dio una “mini” revolución culinaria que afirmaba la nueva identidad mexicana a través de la cocina y es este momento donde se crean los “chiles en nogada” platillo que era servido tradicionalmente el día 28 de agosto día de San Agustín. Sin embargo aún ahora se está trabajando para que la actitud hacia nuestra cocina tradicional se considere como un orgullo nacional.
 A pesar de la influencia de tradiciones culinarias de otros países, las cocinas locales de México tienen un toque particular gracias a los tipos de chiles que se desarrollaron en cada región. Como la cocina yucateca que es impensable sin su chile habanero, o las cocinas de la sierra de Hidalgo con el chipotle y qué decir del matrimonio de los chilhuacles y los chilcoxtles con la cocina de Oaxaca.
FRESCOS Y SECOS 
Héctor Bourges Rodríguez, director en nutrición del Instituto Salvador Zubirán, afirma que en México existen más de 130 variedades de diferentes tamaños, colores, sabores y formas que se pueden consumir verdes, maduros o secos. Estos chiles  suelen prepararse crudos, guisados o curtidos, lo que generan una diversidad enorme de preparaciones.
Los principales chiles frescos son la chilaca, el güero, el habanero, el jalapeño o cuaresmeño y sus numerosas variedades, el manzano, el poblano verde o rojo, el muy picante x-cat-ik y los diversos pimientos morrones.
Estos chiles frescos al exponerse al sol sufren un proceso de secado y según la región cambian su nombre y su uso culinario. La forma de conservación es indispensable para todo otro género de platillos. Los principales chiles secos son  ancho, cascabel, Catarina, chilcoste,  chipotle, chile de árbol, morita ahumado, chilhuacle, huajillo, pasilla, pasilla de Oaxaca, puya y piquín, entre otros. 
Un proceso más al que se someten es el ahumado, dentro de los que se encuentran el pasilla de Oaxaca en la sierra Mixe, el chipotle o chile humo, el morita ahumado y el piquín (pulga en náhuatl) un chile de monte precursor de todos los demás.
DEL CHILMOLLI AL MOLE
El origen de estas dos preparaciones es fundamental para entender el papel del chile en la identidad nacional. El chilmolli es una preparación prehispánica base de muchos guisos, elaborado esencialmente con pasta de chile, por lo general el pasilla y chipotle, masa de maíz y cacao molido. Todo se adelgazaba con un poco de caldo de carne de guajolote. Si la preparación era espesa de llamaba chilmolli, si no, chílatl.
En cada región se preparaba de acuerdo con sus costumbres, argumenta el antropólogo Eduardo Merlo, pero siempre re fue considerado platillo para grandes ocasiones. Era un alimento para los dioses, acompañado de carne de diversos animales.
“Con la llegada de los españoles este platillo fue cambiando y la cocina indígena y la española intercambiaron los conocimientos que transformarían en primer lugar al tradicional chilmolli. De su pasta picante salieron adobos, pepianes, chanfainas, enmoladas, envueltos y las famosas enchiladas”.
Es así como las monjas del convento de Santa Rosa en Puebla, basadas en la antigua preparación prehispánica, la convirtieron en un platillo criollo llamado mole o mulli (salsa en náhuatl) lleno de contrastes y considerado barroco por contener tantos ingredientes, entre ellos una gran variedad de chiles. Siguiendo la tradición indígena pero con gusto españolizado y al mismo tiempo moro.
IRRESISTIBLES SALSAS
Las 348 variantes de lenguas indígenas que se hablan en México, tiene una denominación particular para las salsa y para elaborarlas se utiliza como base el chile, en sus diferentes variedades y formas de preparación. Imagina la diversidad de esta preparación mexicana.
El mejor utensilio para elaborarlas es el moxcaxtli o molcajete que significa cajete de salsa, al que acompaña su eterno compañero el “tejolote” o machacador. Se elaboran de manera artesanal en piedra y barro, cada región posee su propio diseño pero en general tienen tres patas y su función es la de ejercer fricción, impacto y presión sobre los chiles y otros ingredientes con que se molcajetean las salsa. También existen las chilmoleras, un utensilio especial para preparar chilmole, una salsa que se hace con chiles e ingredientes tatemados para hacer guisos con carne.
Marco Buenrostro, especialista en cultura alimentaria, recomienda dejar reposar la salsa 10 minutos después de haberla elaborado para que los sabores se combinen bien. Además de integrar la sal al término de la preparación.
DE  SILVESTRES A DOMESTICADOS
El fruto de la mayoría de las especies silvestres ve hacia arriba y tiene un llamativo color, lo que atrae a las aves que al comer el fruto contribuyen a su dispersión, pues no digieren todas las semillas y al evacuar mientras vuelan propician que la planta crezca en otras zonas aledañas.
Los pobladores de zonas rurales cosechan los frutos silvestres para consumo personal, para venderlos en los mercados frescos o secos o conservarlos en salsas, salmueras o escabeche.
En cambio, el fruto de las especies domesticadas tiende a colgar, lo que evita que las aves lo coman, reservándose para el consumo humano, además esto permite que sea de mayor tamaño.
¿POR QUÉ PICA?
Principalmente, por la concentración del alcaloide capsaicina en las venas y la placenta. Otros factores son el tamaño, entre más pequeños más picantes. El clima, el agua y los materiales en la tierra también son determinantes, si es sembrado y cultivado en condiciones desfavorables es más picoso que aquel bajo condiciones controladas. 

Frijol ayudan a prevenir la diabetes y la hipertensión

Obtenidas durante la digestión, favorecen la disminución de la glucosa, explica Gloria Dávila
Moléculas del frijol ayudan a prevenir la diabetes y la hipertensión, revela estudio
Arturo Sánchez Jiménez
Periódico La Jornada
Martes 18 de febrero de 2014, p. 3
Se ha identificado que ciertas proteínas presentes en el frijol son divididas durante la digestión en moléculas con propiedades que las hacen capaces de prevenir enfermedades crónico-degenerativas, como la diabetes o la hipertensión, pues favorecen la disminución de glucosa, triglicéridos y colesterol.
Este es uno de los resultados de las trabajos del grupo de investigadores que encabeza Gloria Dávila Ortiz, ganadora del Premio a la Investigación 2013 del IPN, quien considera que debemos aprovechar todo el material biológico que la naturaleza generó a través de una planta.
Propiedades antimicrobianas y antioxidantes
El trabajo que hemos realizado consiste en ver que las proteínas del frijol y otros alimentos son fragmentadas cuando son procesados para ser consumidos y cuando se digieren; esos fragmentos en algunos casos llegan a tener un valor biológico adicional al nutricional; no tienen ninguna importancia en la proteína completa, pero cuando son separados llegan a tener propiedades antimicrobianas, evitan la caries, que las personas tengan diabetes y pueden ser antihipertensivos y antioxidantes, señaló la académica en entrevista con La Jornada.
Sus investigaciones se centran en cómo las enzimas digestivas que están en el organismo son capaces de fragmentar las proteínas en pequeños pedacitos, los aminoácidos, algunos de los cuales tienen esas propiedades.
La científica señaló que si bien las enfermedades producidas por microorganismos ya se controlan con antibióticos, en los años recientes padecimientos como la obesidad, la diabetes, la hipertensión e incluso el cáncer han proliferado. Es un proceso multifactorial y la contaminación ambiental, el estrés, la falta de sueño, el sedentarismo y el tipo de alimentación pueden influir en ello, pues generan en el cuerpo especies reactivas de oxígeno (oxidantes) que van dañando a las células. Debemos tener una dieta que nos permita contrarrestar sus efectos.
Existe ya gran cantidad de trabajos realizados sobre las bondades del frijol, su aporte de vitaminas, minerales, carbohidratos, fibra y proteínas; no somos los únicos que trabajan con esa leguminosa; creo que lo más valioso de todo es procurar conjuntar a los grupos de investigación que hay en México que tienen líneas de trabajo semejantes, con el propósito de rescatar la cultura de nuestros alimentos tradicionales y probar que realmente tienen un valor muy importante para el ser humano.
La especialista señala que en Méxicohemos dejado de comer frijol y tortilla por muchas razones. Hicimos a un lado platillos tradicionales y los cambiamos por otro tipo de alimentos que, no son necesariamente chatarra, pero que consumidos en exceso causan problemas de colesterol, triglicéridos y grasa. Todo es bueno, pero en una medida conveniente, asegura. Propone consumir una ración diaria de frijoles.
Señaló que otras aplicaciones de su investigación podrían ser el aprovechamiento de los residuos de la industria de los aceites, que dejan materia de la que se pueden obtener proteínas. También se podrían utilizar los desechos de la industria de los biocombustibles para aislar proteínas y obtener de ahí las moléculas que tiene las cualidades mencionadas.
Para la investigadora hay que aprovechar todo lo que nos da la naturaleza, pues que algunas plantas alimentadas por el Sol sirvan de alimento es algo maravilloso.